Es tan lindo tu legado, tan valiosos tus ejemplos... Permanecen intactos tus mensajes, tus lecciones con libros viejos, nuestras tertulias, nuestros encuentros. No ha podido la muerte con lo que de ti concurrio en mi; solo ha logrado convertir en recuerdos lo que contigo vivi. Pero tu rostro cercano, tus besos de "buenas noches", y hasta tu sombrero me impregnan el alma y la nostalgia no cabe. Te quiero.
El título de este escrito ("Consumo, luego existo"), es un graffiti que vi hace muchos años en el metro de Madrid. Como estamos en unos dias muy propios para compras, compras y más compras, con más o menos dinero, compras sin ton ni son, compras.... recordé esta frase.
En otro escrito de opinión de este blog, hablaba yo del consumo responsable y, en esa línea, me gustaría incidir. Qué importante sería que empezáramos a tomarnos en serio lo que compramos, el motivo de adquirir tal o cual producto y su procedencia y forma de fabricación. Me detendré brevemente en éste último aspecto.
Estamos inmersos en un modelo de desarrollo en el que muchas multinacionales, basan sus sistemas productivos en el sometimiento de hombres y mujeres a situaciones laborales indignas y, unas cuantas de estas idustrias también "utilizan" a los niños como mano de obra.
Vamos a poner uno solo de estos tristes ejemplos (hay muchos y muy penosos). Paradojas de la vida: mientras en nuestra sociedad acomodada, hoy mismo, en sus cartas a los Reyes Magos, miles de niños han pedido un balón de fútbol, en Sialkot, Pakistán, hay más de 7.000 niños trabajando un promedio de 10 horas diarias en la industria deportiva, lo que supone un aporte del 20% de la economía familiar y, evidentemente, no ir al colegio. Como dato de interés, decir que el 80% de la producción mundial de balones proviene de Sialkot.
Dependerá de los "Reyes Magos" seguir fomentando o no la explotación laboral, en este caso, de la infancia. Dependerá de todos los consumidores que muchos niños puedan o no disfrutar de su niñez, de sus derechos, de su escolarización y de permitir o no que sus padres tengan una vida laboral digna.
Es tan sencillo como solicitar información de la procedencia de los productos y tener en cuenta que hay mucha gente cooperando para erradicar estas aberraciones como, por ejemplo, la Red Europea de Comercio Justo.